Narro porque es una manera de compartir el amor por la lectura y de transmitir las historias de vida que los escritores saben poner en palabras. Sólo puedo narrar con convicción un relato que a mí me signifique algo. Con enorme respeto hacia el texto original que, a veces, es necesario abreviar por los tiempos de la narración, me siento un canal entre el escritor y el público. Con las modulaciones y matices de mi voz, trato de resaltar las metáforas y palabras que a mí me atraparon al leer la historia; y compruebo que he cumplido con mi propósito, cuando percibo en las miradas y expresiones de los oyentes, que también a ellos el relato les ha tocado alguna fibra íntima.