Susana Amuchastegui


Desde niña, en las reuniones familiares o fiestas escolares, sentía un enorme placer por “contar” algo a quienes me escucharan; chistes, un fragmento de  historia o poesías. Y con el paso de los años esa sensación se conserva intacta. Por eso narro. Para mí, es ponerle alma (y el alma) a las palabras del autor; algo así como “encender” el cuento con la voz y la presencia escénica. Me maravillo con la resonancia en cada uno de los que escuchan, y esto es algo que se sabe sólo entre quienes participan del juego. La narración oral es un ámbito de intimidad que nos transporta a otro escenario y a otro tiempo: todo se detiene en un mágico vuelo sin escalas…